lunes, 17 de noviembre de 2014

Problema Medioambiental => Perdida de Biodiversidad


Tal vez sea bueno repetir que la biodiversidad es muy importante para la supervivencia de la vida en el planeta. Gracias a esta inmensa y maravillosa diversidad la vida sigue encontrando un camino frente a los cambios que ocurren en el ambiente.
No es nada fácil calcular cuales serían las consecuencias de continuar destruyendo nuestras especies y ecosistemas pero hay algunas cosas de las cuales podemos estar seguros.Las plagas que atacan a los cultivos desarrollarán resistencias a los métodos de control que la humanidad usa actualmente para combatirlas. Hoy, cuando algo así ocurre, los científicos recurren a la vida silvestre de nuestro planeta para encontrar soluciones que les permitan proteger las plantas. Si no fuera por la biodiversidad probablemente no tendríamos la oportunidad de recurrir a estos "remedios" que nos brinda la naturaleza y, por ende, no podríamos defender nuestros cultivos, que son la base alimentaria de gran parte de la población mundial.
Por otro lado, la biodiversidad guarda aún muchos secretos que pueden ayudar a la humanidad. Por ejemplo, gran parte de los remedios que tomamos provienen de especies de plantas y animales silvestres. Hay quienes dicen que la cura a enfermedades terribles que sufre el hombre, como el SIDA o el cáncer, puede encontrarse en las selvas o bosques más desconocidos.
La biodiversidad es importante porque, como ya sabemos, todos los organismos vivos necesitan de los demás para sobrevivir, pero también el suelo, el agua y el aire dependen de la vida del planeta. Es importante que sepamos que no podemos destruir las plantas y animales y pretender tener un ambiente sano y equilibrado. ¡¡¡Es imposible!!!
Por último está el hombre, que no sólo utiliza la biodiversidad sino que también la disfruta. La naturaleza no está ahí únicamente para darnos las cosas que necesitamos para vivir, sino que también nos brinda la posibilidad de sentirnos bien con nosotros mismos y con nuestro entorno.
Seguramente habrás ido de vacaciones a algún lugar con muchas plantas y animales o tal vez tienes la suerte de tener esos sitios hermosos cerca de tu casa. Lo que seguramente recordarás es esa sensación espectacular que te deja en el corazón acordarte de un bosque, del mar, de las montañas... Eso también se lo da la biodiversidad al hombre. Le muestra cosas nuevas, lo sorprende y enriquece... lo hace más feliz.

Cliserie que represnta la distribución de los distintos pisos de vegetación en la Cordillera Cantábrica.


- El gráfico propuesto es la representación de una cliserie que muestra de forma esquemática la distribución de los distintos pisos de vegetación en la Cordillera Cantábrica. Podemos destacar cómo la vegetación es diferente según la altitud y presenta grandes diferencias entre la cara norte y la sur.
La vertiente norte constituye la denominada “umbría” que recibe menos radiación solar y además en el caso de esta Cordillera está más expuesta a las advenciones de aire húmedo procedentes del Cantábrico; por lo que es una ladera con mayores precipitaciones y menos soleada que la sur. 
En toda la vertiente norte observamos una vegetación propia de la región biogeográfica denominada Eurosiberiana. Esta vegetación está adaptada a ambientes muy húmedos, las especies presentan hojas grandes, blandas y de poco grosor. En invierno, la reducción de horas de sol provoca un “letargo” en la vegetación perdiéndose las hojas, la formación vegetal típica es por tanto, el bosque de frondosas caducifolias, similar al resto de la Europa atlántica. La densidad de la masa boscosa dificulta la entrada de la luz solar, por lo que hay un menor desarrollo del estrato arbustivo y en el suelo del bosque prolifera un manto de hierbas o helechos verdes e higrófilas. Al ser un área de montaña, en ocasiones puede que los afloramientos rocosos dificulten el enraizamiento de los árboles y se formen encharcamientos que favorecen los prados naturales
  El piso basal se extiende en esta vertiente hasta los 600 metros de altitud y, como observamos en el gráfico,  está ocupado por las carballedas. El carballo (quercus robur) es el típico roble atlántico, que necesita una gran humedad y no soporta temperaturas demasiado bajas, por eso desaparecen al ascender en la montaña. Se trata de una especie de gran porte cuya madera ha sido muy explotada, su extensión ha sido repoblada en ocasiones con castaños. 
El piso montano en la ladera norte se prolonga desde los 600 m. hasta los 1700 m., vemos en el gráfico que está dominado por los hayedos. El haya (fagus sylvatica) es una especie típica de la región Eurosiberiana, necesita precipitaciones elevadas y frecuentes y una gran humedad del aire por lo que le son muy favorables las nieblas y los intensos rocíos; donde encuentra estas condiciones forma bosques monoespecíficos, como es el caso de la Cordillera Cantábrica, si no, puede constituir bosques mixtos mezclándose con robles, fresnos, arces, tejos, acebos…Los hayedos también han sido sometidos a una explotación abusiva.
Entre los 1700m. y los 2200 m. en la vertiente norte encontramos el piso subalpino, donde las bajas temperaturas y el menor espesor del suelo impiden el crecimiento de los árboles, por lo que, como se aprecia en el gráfico,  encontramos un matorral de sustitución  denominado landa. Las landas están dominadas por los brezos pero también pueden aparecer algunos ejemplos de matorrales espinosos como endrinos o enebros.
La cúspide de la montaña, por encima de los 2200 metros constituye el piso alpino, son zonas que pasan gran parte del año cubiertas por la nieve y sólo permiten el crecimiento de pastizales alpinos, psicroxerófilos, durante el verano.

La ladera orientada al sur es la denominada “solana” recibe mayor número de horas de sol, además se encuentra a sotavento de las masas de aire cargadas de humedad que vienen del Cantábrico, por lo que las precipitaciones disminuyen de manera notable en relación con la vertiente norte. Estas diferencias provocan que la cliserie, como se observa en el gráfico, presente características distintas. Cabe destacar que en esta vertiente, que es la perteneciente a Castilla y León, vamos a encontrar especies propias del ámbito Mediterráneo como la encina y según ascendamos aparecen otras de tipo Eurosiberiano como el haya, es decir, vemos una transición entre los dos tipos de regiones biogeografías, algunos autores denominan a estas zonas de transición Dominio Submediterráneo, y está presente en las montañas del interior y en las zonas elevadas de la Meseta Norte.
El piso basal de la vertiente sur alcanza hasta los 800 metros, es por tanto más extenso que en la ladera contraria y encontramos una especie muy diferente: la encina (quercus ilex), característica de la Región Mediterránea, muestra adaptaciones a los ambientes más secos: las hojas alargadas y estrechas, con forma de escama y de cutícula gruesa limitando la transpiración; su aparato radicular puede llegar a desarrollarse más que la parte aérea, son árboles por tanto de mediano porte, no tan esbeltos como los carballos de la ladera contraria. Es una especie de hoja perenne ya que durante el invierno también son numerosas las horas de sol. El bosque de encinas es más aclarado que el de frondosas caducifolias y permite el desarrollo de un importante estrato arbustivo. 
Entre los 800 y los 1750 metros se sitúa el piso montano; encontramos el rebollo (quercus pyrenaica) entre los 800 y los 1300 metros. Este árbol es el roble típico de las zonas Submediterráneas, presenta una característica peculiar: la marcescencia, es decir, las hojas se secan durante el otoño pero permanecen secas en el árbol durante mucho tiempo, un rasgo de transición entre las encinas perennifolias que tienen a sus pies y los hayedos caducifolios que se encuentran justo por encima. Precisamente, observamos en el gráfico cómo los hayedos de la ladera sur ocupan menos extensión, entre los 1300 y 1750 metros, duando encuentran sus condiciones apropiadas de humedad y baja insolación. Es reseñable mencionar cómo los hayedos, en las dos vertientes han sido muy explotados y en la actualidad muchas de sus áreas de extensión han sido repobladas con coníferas.
Los pisos subalpino, 1750 a 2200 metros, y alpino, por encima de 2200 metros; presentan unas características vegetales similares a la ladera norte.