En definitiva, el mayor incremento de la nueva emigración española no se está produciendo
entre los que acaban de terminar sus estudios y se marchan para aprender o mejorar sus idiomas. Los que se van de forma creciente desde que empezó la crisis son personas por encima de la treintena, muy bien preparadas cuyas perspectivas profesionales y de emancipación personal y familiar se han visto truncadas por un debate político . Y lo peor de todo es que muchos no volverán, o tardarán demasiado en hacerlo.
entre los que acaban de terminar sus estudios y se marchan para aprender o mejorar sus idiomas. Los que se van de forma creciente desde que empezó la crisis son personas por encima de la treintena, muy bien preparadas cuyas perspectivas profesionales y de emancipación personal y familiar se han visto truncadas por un debate político . Y lo peor de todo es que muchos no volverán, o tardarán demasiado en hacerlo.
Por todo ello, el gobierno haría bien en dejar de preocuparse por sacar adelante una reforma educativa orientada a mejorar el rendimiento para competir fuera, como defendió el Ministro de Educación en la sesión de control sobre el, pues fuera ya somos competitivos. Ahora lo que necesitamos son reformas que aseguren que todos estos jóvenes (y los no ya tan jóvenes) son también competitivos dentro. Solo así seremos capaces de cesar la sangría que supone para el país la marcha de esta gente que crece día a día, y por la que muchos seguiremos saliendo a la calle.
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